Etapa 8: Sarria-Arzúa.

Distancia: 83,5 kms.

Hoy he realizado una etapa de "puro trámite", dura por el desnivel (que sin subir ningún alto de postín se acumularon 1.655 mts positivos...) y por el barro galego que me abrazó cariñosamente durante toda la jornada.

Si ayer sólo vi a 15 o 20 peregrinos, durante la jornada de hoy por circunstancias muy dispares (vacances españolas, Domingo y de ramos..., "solecito", etc) he adelantado a 200, 300... No sé. Con todo el estrés (para ellos y para mí) y la pérdida del silencio que tanto buscaba... En fin, ya sabía que desde Sarria empiezan muchos de los que sólo van a por el papelito ése, pero aun así creo que hay que respetarles dentro de su Camino.
Ciclé el 100% de la etapa por los caminos de "barrico" y piedras... Una tortura que se veía recompensada con parajes de bella factura y con experiencias únicas como ver escenas cotidianas en los pueblos gallegos... Algunos parecen extraídos de esa España oculta, que no "negra". También fue característico el olor a eucaliptus propio de las bestiales reforestaciones que se hicieron en su día por estas tierras, parecía que llevaba un caramelo de esos en la boca!...
Por otra parte, la meteorología ha sido variable. Se pasó toda la mañana jarreando y a partir de las 14:00 hrs. empezaron a abrirse los cielos para finalizar con una tarde soleada y ventosa. He de recordar que hoy algunos caminos no eran tales, sino ríos por los que pasaba el agua con 15 cm. de profundidad, dificultando mucho el pedaleo y obligando a bajarse en numerosos tramos en los que se mezclaba con el barro, hojas, "ñordo de vacuni"...

Por cierto, no pude llegar a Melide para comer, así que me conformé con tomar un té con leche y quitar el barro en una máquina a presión (algo que no recomiendo, salvo casos de "emergencia" como éste...).

Anécdota del día: Unos peregrinos me querían dejar pasar por un tramo empedrado en vez de vadear un paso de río. La cola se parecía a la del puente de Mahoma (...que da acceso al Aneto) en un soleado día de Agosto. Yo, ni corto ni perezoso decliné la invitación y despacito, sin bajarme de la bici pasé al otro lado (gracias, calcetines impermeables!!!...). El caso es que no quería esperar una cola en plena naturaleza y además pude limpiar las cubiertas del barro que se estaba acumulando en ellas.

Bueno, hasta aquí los recuerdos de este día que ve de nuevo su ocaso. Mañana viene un gran día, visitaré la última gran catedral de este viaje y regaré con vino galego mi garganta en honor expreso por vuestro excepcional apoyo en este tránsito por el Camino, un Camino.

Como siempre,

Paz y amolllllllllll!!!